diumenge, 11 de gener del 2009

La que siempre fue muda*




Buscaba entre la luna las palabras.

Quebrantadas entre voces por no ser ninguna.

Y si le pido al diablo que pacte,

Se oye entre bambalinas lo que ya no se quiere.


Tal vez el rugir viniera de la mar.

Aunque cuando la vida ya es otra cosa,

Son las sirenas las únicas en cantar.


Todo parece milimétrico, exacto y perfecto.

Pero el perfume del que ama,

No será más de rosas,

Sino de estelas al bailar.


Curiosa es la paradoja del que siembra sin conrear.

Brillante es la esmeralda de la joya de su pensar.

Y si la imaginación es poderosa,

Que me hablen de caricias.

Y si la buscas sin encontrar,

De vecindario ve a observar.


La forma nunca fue lo importante,

Ni su apariencia al jugar.

Y aunque las reglas eran dudosas,

Creer ganar siguiendo,

Perdiéndose en el azar.


Y ahora que el manto le cubre,

Que las estrellas vio emigrar,

Llora sin soledad.

Pues su única acompañante,

Fue la luna sin cobrar.





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