Coloreado chillido*

No soporto el pseudo-alternativismo. Aquel que cruzando el río a pie, riéndose del barquero por ser clasicón, inventó tal artilugio para llegar a ser más diferente de lo que ya era. Y es que parece ser que las nubes conjugándose con el verbo cambiar, con –m- y –b-, claro está, decidieron transformar su estirado protocolo en raros quehaceres. Derivando sin duda alguna en una a las especies más supra valoradas jamás vistas ante sus ojos color miel. Y no es porque fueran bonitos, es que la miel me encanta, y además va de maravillas para la garganta. Con todo, ni tan solo Darwin de prestigio infinito, objeto de maleficios y ocultismos varios, la pudo preveer.

Ellos son así, de otra raza, cerrados habladores de libertades variopintas que ni tan solo dejan la persiana abierta, aunque sea para dejar paso a su oscuridad amada. Y aunque todo pretenda tener un fondo algo rancio, algo reivindicativo, algo conservador, y algo… ¡no se porque coño les dedico dos palabras! Les diré que me gustan como son.

¡Si!, pasan de todo, ensucian las calles con algo llamado arte, se pintan de color rosa, y atentan contra todo lo que no venga de su peculiar corriente. Pero en fin, la diversidad de pensares es algo tan sumamente necesario como la venda en la justicia.

Y todo va con metáforas incluidas, entre líneas y más líneas, entre secretos, y palabras sin sentido. Pero como dijo ya una vez esa girafa que cree engañar al prójimo, nunca ninguna palabra es en vano. Y repito para el sordo, para el frío, el cerrado, y para el que nunca llegará a su rincón, ¡ninguna!

En definitiva, aprender y distinto, dos palabras que nunca debieron separarse. Y ahora si, mensaje servido, escrito basura, seguidores faltos i somriure posat.